Después de dormir por tercer día consecutivo en el campamento movil, ahora sí que veíamos cerca nuestra llegada a Machu Picchu.
Hasta nos costó menos levantarnos si no recuerdo mal, y eso que fue más temprano que el resto de días; A las 5:00 de la mañana. Y no era de extrañar viendo postales como estas...
Continuábamos entre abundante vegetación y parajes increíbles.
Aderezados a veces con precipicios, pasajes y puentes de madera con alturas de vértigo. Lo cual lo hacía aun más especial.
Seguimos recorriendo el camino marcado junto con el resto de grupos y sus respectivos porteadores, lo cual según íbamos acercándonos al final de etapa, se iba haciendo más incómodo por la cantidad de gente que se acumulaba en diferentes puntos. (como en subidas muy pronunciadas; Algunas de ellas teniendo que ayudarnos con las manos para hacerlas más fáciles).
Subidas cada vez más empinadas. |
Hasta que casi sin querer, allí lo teníamos, por fín frente a nosotros.
Recuerdo cómo nada más llegar al mirador de Intipunku, veía a la gente sonreir, alegrarse y abrazarse entre ellos y yo aun sin llegar a verlo del todo. Hasta que allí lo vi. Una de las mejores vistas que se pueden tener de toda la ciudad de Machu Picchu.
Se queda uno como tonto viendo algo tan especial y a la vez tan esperado. Y tras un rato admirando e intentando digerir tal momento, dimos paso a las fotos en pareja, en grupo, y respectivos selfies cómo no...
Pero algo que aprendimos a lo largo de este viaje fue eso. Pararse a observar, dónde estás, con quién estas y qué estas viendo. Y dejarse las cámaras y las fotos para más tarde. Hay que disfrutar ese momento... Creo que es importante este punto ya que no quedarse un momento parado tras 4 días caminando para inmediatamente hacerse la foto... es echar todo a perder.
Vista desde el mirador de Intipunku con la montaña de Huayna Picchu en medio y las ruinas a la izquierda. |
Carretera serpenteante que hacen los turistas que vienen desde Aguas Calientes. |
La ansiada ciudad de Machu Picchu. |
Sabri y yo desde el mirador de Intipunku. |
No se nos podía borrar la sonrisa llegados a este punto. |
Pero no nos podíamos quedar allí todo el día; Teníamos que seguir el poco trayecto que nos faltaba para llegar a tiempo a la "ciudad" y poder visitarla en el día.
Afortunadamente para nosotros no sería tan "estresante", ya que reservamos también el siguiente día con antelación para poder visitar Huayna Picchu con más calma, por lo que podríamos volver a ver de paso la ciudadela de Machu Picchu por si en este día no nos diera tiempo a verlo con tranquilidad.
Al acceder por la parte alta de la ciudadela, no pasamos el control de entrada que todo turista debe atraverar, hasta tiempo después. No sin antes hacernos unas cuantas fotos de grupo y disfrutar nuevamente de las vistas que esta parte de la ciudad nos ofrece y que no todo turista llega a ver si no es haciendo el Camino Inca.
Entrando en la ciudadela. |
Foto de grupo con el Huayna Picchu de fondo. |
Más tarde sí, tuvimos que llegar hasta la entrada para registrarnos y poder dejar todos los bártulos para poder visitar la ciudadela mucho más cómodos.
Otro detalle que recuerdo bien, fue la gran diferencia que era llegar hasta aquí como lo hicimos nosotros: sin ducharnos, sucios, "aparentemente" cansados, (Y digo aparentemente porque estos 4 días no hizo mas que ponernos más fuertes)... y ver la manera en la que llegaban el resto de turistas (limpitos, aseados, pamela en la cabeza y haciendo fotos a todos lados).
Me llevó otro buen rato mirar a mi alrededor y ver esa marabunta de turistas queriendo entrar en grupos por los tornos.
(Algo que lamentablemente tuvimos que hacer nosotros también si queríamos visitar la ciudad de una vez por todas).
Lo bueno fue el recorrido que nos fueron haciendo nuestros guías por toda la ciudadela. Explicándonos con pelos y señales la distribución de la ciudad.
No nos podíamos ni imaginar cómo habían llegado a trabajar la piedra con tal perfección para incrustarla de esa manera en el resto del terreno.
Cuesta creer que en la mayoría de muros no puedas ni introducir un papel entre piedra y piedra de lo milimétricamente encajadas que están unas con otras.
Es algo mágico visitar un lugar como este, más sabiendo que fue construido a mediados del siglo XV.
Distintos detalles de construcción. |
Alucinando estábamos en cada rincón que íbamos conociendo de tan increíble ciudad.
Tan sólo le quedaba a Sabri una ultima sorpresa por ver. Y fue nada más y nada menos que pedirle la mano en tan sorprendente lugar. (Eso sí, lejos de la gente y sin montar un espectáculo a la americana).
No se esperaba la sorpresa que le tenia preparada. |
Vista de otro de sus lados e igualmente espectacular. |
Es por ello que la noche que pasaríamos en Aguas calientes no sería como cualquier otro día, en otro hostal cualquiera, sino en un hotel boutique merecedor de tan especial momento.
Pero a partir de aquí se queda en nuestra intimidad ;)
Eso sí puedo decir que la ducha que nos pegamos y cómo dormimos después de 4 días de caminata no os lo podéis ni imaginar.... Espectacular se queda corto...
Llegando al pueblo de Aguas calientes tras bajar desde Machu Picchu a pie. |
Hasta nuestro siguiente objetivo... Huayna Picchu!! :)
Fotos: Julen Esnal
Más información de esta impresionante ciudad de Machu Picchu en: formentinatura.wordpress.com/