Nada más llegar de la tienda-comedor tras degustar un auténtico menu peruano, caímos rendidos en el saco. El esfuerzo que habíamos hecho aquel segundo día nos dejó aunténticamente KO a todo el grupo.
Al día siguiente nos tuvieron que despertar porque sino seguiríamos durmiendo.
Desayunamos nuevamente todos juntos y tras desperezarnos ligeramente volvimos a emprender ruta.
Es duro empezar nuevamente otra etapa despues de la agujetas que empiezan a acumularse día tras día, pero viendo los paisajes que teníamos frente a nosotros y más con la salida del sol, sería algo que añoraríamos hasta nuestros días.
En estos casos lo mejor es ceder el paso a los porteadores. |
Ya no seguíamos descendiendo continuamente sino que íbamos alternando ascensos y descensos con el paso de una montaña a otra.
Algo que hacía que el paisaje nunca dejara de sorprendernos. Lagos, valles y hasta pasadizos entre rocas por donde teníamos que pasar para continuar camino.
Lo que no dejábamos de ver eran contrucciones Incas salpicadas entre montaña y montaña y a las que en muchas ocasiones podíamos ver desde el interior e incluso descansar y poder llegar a imaginar la vida en aquel tiempo.
Y casi sin darnos cuenta el paisaje empezaba a cambiar ante nosotros.
Empezábamos a ver mucha más vegetación. Más tropical. En algunos casos parecía como si la selva nos estuviera engullendo poco a poco a cada uno de nosotros.
Incluso nos dimos cuenta cómo el cansancio iba haciendo mella en cada uno de nosotros, haciendo cada uno el camino a su ritmo; Viendo a los caminantes cada vez más disgregados, y por tanto más cómodo para caminar.
Hasta que hicimos la parada para comer donde nos volvimos a juntar todos de nuevo.
De nuevo los héroes anónimos ya tenían todo listo a nuestra llegada. Desde la tienda-comedor hasta la comida que degustaríamos.
Hasta el propio camino de piedras parecía como si hubiera cambiado. Como si estuviera mejor cuidado. Con las piedras más unidas entre sí. Más redondeadas. Como si fuera sacado del cuento de Hansel y Gretel.
Aunque viendo por donde estaba discurriendo el propio camino no me extranaría que fuera alguna parte reconstruida ya que cada vez eran más altos los precipicios por donde transitábamos.
Y los precipicios no dejaban de ser más y más altos. Hasta el punto de querer apartarnos para que pasasen los heroicos porteadores con toda la carga y de esta manera ni entorpecer, ni ponernos en riesgo mutuamente.
Y así hasta el siguiente descanso con un nuevo descubrimiento de otra edificación Inca.
La niebla que había en aquel momento no hacía más que embellecer tan mágico momento.
Ahora sí, volvíamos a tener un buen tramo de descenso por una cada vez más espesa vegetación. Nuevamente la selva nos iba engullendo uno a uno.
Hasta que por fín lo vimos allá a lo lejos. El pequeño pueblo de Aguas Calientes. El pueblo base al que el resto de turistas llegan cómodamente en tren desde Cuzco y tras otra media hora de bus, acceden a Machu Picchu sin necesidad de sudar.
Nosotros cada vez estábamos más cerca de nuestro destino.
Pero nuestra meta de hoy no sería llegar hasta el mismo pueblo de Aguas Calientes, sino hasta otra de las míticas edificaciones Incas al estilo terrazas (que mínimamente se ve en la parte inferior de la foto anterior), para llegar al campamento que previamente nos tendrían preparado cómo no, nuestros porteadores.
En un lugar tan sumamente especial en el que se respira y se siente algo casi mágico no podíamos más que tomarnos el tiempo de sentarnos y disfrutar de tan enorme belleza de paisaje.
Pero una cosa llevo a otra y algunas acabaron haciendo yoga en uno de los mejores parajes del mundo para llevarlo a cabo. Y qué mejor que con una profesora de yoga en el grupo (Alicia).
Nos quedamos tan ensimismados con aquel sitio que aun habiéndonos quedado con uno de los guías, nos tuvieron que venir a recoger desde el campo base porque se nos hizo de noche en plena bajada al campamento...
Qué os puedo decir de esta etapa... Creo que las imágenes hablan por sí mismas...
Algo sencillamente espectacular...
Antes de sentarte, comprueba bien dónde lo haces. |
Fotos: Julen Esnal
Enlace a: MACHU PICCHU. Por el camino Inca (I)